Murió tan joven que sólo pudo proclamar
su propia muerte, más que adivinar su propia vida
Carlos Fuentes.
SATURNINO HERRÁN
Volcábase el relampagueo de su talento en ironías acerbas, desquite de su ineptitud para la batalla mesocrática(…)privilegiado en sus dotes analíticas, cogía al vuelo la deformidad íntima y externa de las gentes(…)el pintor que hoy celebramos es de los seres con quienes desearía volver a convivir veinticuatro horas Oración Fúnebre Ramón López Velarde Noviembre de 1919
José Saturnino Efrén
de Jesús Herrán Guinchard nació a las ocho horas del 9 de julio de 1887 en el
número 103 de la calle del Codo en la ciudad de Aguascalientes.
Quien
fuese llamado “El más mexicano de los pintores y el más pintor de los
mexicanos” por Federico E. Mariscal era hijo de Josefa Guinchard Medina y Don
José Herrán Bolado.
La figura de su padre fue clave para el desarrollo
artístico de Saturnino, José Herrán Bolado
fue un hombre polifacético ya que no sólo era dueño de la única librería
de Aguascalientes y campeón nacional de ajedrez sino que se desenvolvía en otras
actividades.
S H:
En este ambiente muy propicio ahí se desarrolló Saturnino, fue un niño muy
alegre, no fue un niño solo, la familia acogió a un niño que era Carlos Ortiz
V M:
Carlos Ortiz, además de ser el alma gemela, no era su hermano, pero terminó
siendo su hermano, fueron amigos desde muy chiquitos, pero Carlos Ortiz pierde
a sus padres y lo acogen en la casa de Saturnino
Y
junto con él, Saturnino Herrán realiza sus primeros estudios en el Colegio de
San Francisco Javier y en 1901 en el Instituto Científico y Literario de Aguascalientes que hoy es parte de la casa de
la Cultura de la ciudad.
Coincide
con niños que años más tarde serán piezas fundamentales de la vida política
y literaria de nuestro país como Pero de
Alba, Luis de la Torre Alberto J. Pani, Enrique Fernández Ledesma, Manuel M.
Ponce y Ramón López Velarde con quienes se reunía en el jardín de San Marcos para conversar
sobre pintura, música y literatura.
Pero
no todo eran estas charlas, existen relatos de Enrique Fernández en la calle donde vivía Saturnino Herrán.
1910,
fue el año de las grandes inauguraciones, inclusive llegaron a su fin los
trabajos de Teotihuacan con la apertura
del primer museo de sitio en el país. Construido para exhibir piezas
escultóricas a un costado de las pirámides.
Con
motivo de las Fiestas del Centenario de la independencia, el programa que
incluía todo tipo de actividades durante el mes de septiembre tenía una
exposición española de pintura contemporánea, que incluía la construcción del
Pabellón Español en Avenida Juárez para alojarla.
Al
respecto, alumnos de la Escuela Nacional de Bellas Artes, con Jesús Ibarra a la cabeza quien organiza
la Sociedad de Alumnos, Pintores y
escultores y Gerardo Murillo como promotor de nuevas ideas en la academia
proponen una exposición de arte mexicano para el cual la Secretaria de
Instrucción Pública y Bellas Artes les otorga 3000 pesos que utilizan para la
compra de materiales y se comprometen a entregar dos obras recientes.
F R:
Fue una exposición un poco improvisada, la idea era que se realizara esta
exposición en la academia, pero al mismo tiempo que hubiera un concurso, en el
que se premiaran obras de temas histórico nacional. (…) son los estudiantes
liderados por Gerardo Murillo quienes se organizan para presentar obras
inéditas (…) mostrando los caminos de la pintura mexicana en años siguientes.
S H:
Y pintan de julio a septiembre, y por aclamación o rechifla van eligiendo las
obras.
VOZ OFF MASCULINA:
A
las 10 de la mañana del lunes 19 de septiembre
en los salones y patios de la Academia de San Carlos, se inauguró la
exposición y de acuerdo a Víctor Muñoz, fue la más importante de arte mexicano
durante las primeras décadas del siglo XX.
A
la exposición asisten el Ministro Justo Sierra, el Subsecretario Ezequiel A.
Chávez, el jefe de la Sección Universitaria Alfonso Pruneda y el director del
ENBA Antonio Rivas Mercado.
Al
concluir su visita de Justo Sierra, declara:
“Los
decorados de los edificios públicos, de la República ya no serán obra de
extranjeros, sino de artistas mexicanos.”
Además
les prometió las obras de decoración del anfiteatro de la Preparatoria. Sin
embargo aunque los andamios estaban puestos, estalló la revolución y sólo años
más tarde lo realizó Diego Rivera.
A
la exposición, Herrán entregó tres trabajos que merecieron halagadoras críticas
en los diarios del siguiente día.
Las
obras fueron Los Ciegos en la que
años más tarde pintará La dama de mantón,
los dos tableros del Paneo Decorativo del
Trabajo, Vendedoras de ollas, Flora y el tríptico La
Leyenda de los Volcanes de monumentales dimensiones.
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